Las primeras referencias escritas del Entroido Local las encontramos en los semanarios “El Támega” y “La Opinión”, portavoces del sentir verinense de los primeros años del siglo XX. La “Tertulia de Confianza” y el “Casino de la Unión” celebraban bailes de máscaras en el 1901. Ubicado el Casino en la calle de la Cruz y la Tertulia en la Plaza, ambos juntaban en sus salones, elegantes y espaciosos, según la opinión de la época, los sectores sociales con capacidad decisoria en nuestra comarca.
Animadísimo llegó el 17, celebrándose ya, con motivo de la fiesta de las Candelas, bailes de máscaras en todas las sociedades de Recreo. El Jueves de Comadres la Banda de Música “La Lira Verinense” amenizaría en el Salón Teatro Gómez, el Baile de los artesanos, y todos se preparaban para un gran Entroido.
“Tirso Rom” seudónimo de algún sesudo detractor de Momo, escribía el 15 de febrero un articulo sobre los bailes y las máscaras en el semanario “Nuevo Támega”, que daría pie a un largo debate periodístico que continuaría hasta finales de marzo, en el que participaron con él los miembros de la comparsa “Los Segadores” (Manuel Alvarez, Manuel Cadavid, Manuel Pérez, Antonio Rodríguez, José Castro Gay, Miguel Lores, Elías Batalla y Manuel Casal). Tirso Rom trataba de impíos a los padres que permitían acudir a los bailes -“ocasión próxima de impureza”- a sus hijos, y a los que se enmascaraban. Para él la Ley Divina prohibe expresamente el disfraz -“..a todo género de personas… porque induce facilmente a acciones contrarias al pudor y la honestidad, especialmente en tiempo de disolución, como son los días de Carnaval, que muchos cristianos se abandonan a excesos culpables, sin que nadie los detenga”.
“Los Segadores”, una de las comparsas organizadas en 1917, se sintió aludida por el anónimo escritor y pidió aclaraciones “no ya por nosotros, que estamos acostumbrados a oir vocablos mal sonantes, sinó por nuestras compañeras de comparsa a quienes trata muy canallescamente, y le instamos a que rectifique lo escrito, dejando en el lugar que le corresponde la honra sin mácula de nuestras amigas y la nuestra propia”.
Las importantes lagunas de documentación nos impíden conocer el desenlace de dicha polémica, pero fuese como fuese, sirve para descubrir mentalidades explícitas y operantes en una época en la que el mundo vivía la Revolución Bolchevique y aquí se mantenía algidamente el agrarismo.
Ese año sería el de los pequeños grupos de máscaras, magas, zíngaras, holandesas, hadas, que luciron sus trajes en el Casino de Verín, donde se vieron singulares disfraces: “minhota”, odalisca, gitana. Allí cantarían “los lamentos del casado” la Comparsa ” Mefistóles” – ..una aguda canción con una letra que “arrancó un torrente de aplausos de los reunidos”-, bailando hasta las seis de la mañana.