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A banda do Xosé

La década de los ’80, pasará a la historia del Entroido local por el nuevo enfoque que se le pretendió dar a la fiesta, en un intento de reconducirla con pretensiones turisticas asimilables por todos los públicos. Una fiesta más limpia, menos ruidosa, más espectacular, menos expontánea y mejor aceptada socialmente por sectores que no participaban el Entroido y de las carrozas.

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Desfile “a lei do Entroido”

La idea cuajó y en los primeros años de la década, desfiles vistosos que contaron con buena cobertura organizativa y propagandística y tuvieron amplia repercusión televisiva y en otros medios de comunicación de masas, centraron el interés de la mayor parte de los vecinos que participaban activamente de la fiesta. El Entroido local tomaba elementos exógenos procedentes del sur de la Peninsula, Canarias o incluso Brasil, y los presentaba mezclados con carrozas y comparsas inspiradas a la tradición anterior a la Guerra Civil y a la década de los ’60, en una amalgama que era seguida y esperada por miles de espectadores.

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Comparsa despois do desfile.

El Entoido perdía en parte lo que tenia de espontaneidad teatral premeditada para entusiasmar a pequeños grupos de espectadores que rodeaban en cualquier momento o lugar a la comparsa, para convertirse en un espectáculo más distante, más de pasarela, más centrado en ganar audiencia masiva que en buscar en una comunicación más personalizada con el mirón de turno. Eso consiguió que mucha más gente se implicase activamente en la fiesta, y en ese sentido fue positivo; pero no logró mantener la continuidad de muchos neófitos de buena voluntad. Ahí y en la falta de unos grupos estables interesados en mantener en alza esta alternativa, quizás estriben gran parte de los condicionantes de un Entroido que durante diez años vivió el esplendor de la nueva formula y las dificultades de mantener con regularidad anual el atractivo de unos desfiles que se convirtieron en un termómetro erróneamente exclusivo de grandeza o miseria de las fiestas año tras año.

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Comparsa “Caníbales de Verín S.L.”

En el ’82 incluso se amplió el sábado de Corredoiro a las fiestas. Los petardos fueron prohibidos por la alcaldía, “con el fin de dar mayor brillantez y de evitar posibles daños en personas y cosas”. En virtud de instrucciones recibidas del Gobierno Civil, también se prohibió de disfraces que hiciesen alusión a los militares o a las fuerzas armadas. La feria del 23 que coincidia con el Martes de Entroido se trasladó al Miércoles y desde el Sábado por la mañana hasta el Miércoles la animación fue, como años anteriores, grande en calles y plazas. Los desfiles fueron seguidos por televisión y las comparsas participantes se les sumaron nuevos grupos provinientes de diversos puntos de la provincia. Una comitiva formada por Cigarróns y máscaras se desplazó en visita/peregrinación a Santiago, el Domingo de Corredoiro y el Entroido de Verín fue ese año publicitado como nunca lo había sido. El agua no impidió por segundo año consecutivo que verinenses y foráneos se echasen a las calles y disfrutasen de la fiesta, aumentando el numero de carrozas que se formaron en los pueblos del municipio.

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Desfile anos 80

Un grupo de veinteañeros organizaron los festejos del ’85, y entre las innovaciones que presentó el Entroido, fue la más importante, la de reforzar los grupos de animación de la calle con una fanfarria que llevo a la calle la parte del elemento joven. Los desfieles se mantuvieron a la baja, como ya venia ocurriendo en los últimos años, y los bailes de máscaras ambiente de la calle y petardos fueron en aumento. La comparsa “Carta de Tréboles” se llevó uno de los primeros premios que ese año concedió una entidad crediticia, y el Domingo de Corredoiro, a causa de la lluvia, y el Lunes de Entroido, contaron con menos participación que el año anterior.

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Fanfán operando

En el ’86 se desmadraron los aprendices de pirotécnico, y a pesar de los intentos realizados por la comparsa organizadora de los festejos, una de las de mayor solera, entre los excesos con la pólvora y el escaso atractivo de los números organizados por las comparsas, los festejos, si bien mantuvieron una altísima participación, no contaron con grandes atractivos. La buena campaña publicitaria realizafa por los organizadores cuajó más en el exterior que en el propio municipio y el Entroido de ese año adoleció de carencia de actores para el elevado número de personas que nos visitaron.

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“Os pescadillas”, matrimonio que fixo historia no entroido local

En el ’88, los estudiantes de enseñanza media de formación profesional, animan con insistente “farelada” la mañana y la tarde del Viernes, adelantando a ese día las jornadas de “farelada” tradicional, que ya los nuevos hábitos laborales adelantarán muchos años atrás al Sábado. Volvieron de nuevo a premiarse las mejores comparsas y sigue en aumento el número de éstas, ganando en vistosidad el desfile dominical. El baile de disfraces para niños, organizado el Lunes en el Pabellón de los Deportes, saldándose con un éxito de participación. El “Pescadilla” obtiene a título póstumo el “Cigarrón de Honor”, que también se le concede ese año al matrimonio Astorga-Araujo, e Toño “Cesteiro” es premiado con la primera edición del premio “Pescadilla”, instaurado paara rememorar anualmente la figura del ilustre carnavalero. Una sala de fiestas organizaba ese año el Entroido “do millón de premios” y aparte de la mascarada local coje dirección las Estivadas en busca de dinero fácil. Tras la resaca el personal recapacita y jura no abandonar Verín en los sucesivos años. Y así en 1989 el ambiente festivo nocturno vuelve de nuevo a normalizarse.

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Promoción do Entroido de Verín en Santiago

Una entusiasta comisión pregonea que ese año hay que hacer el Entroido en la calle, y tras el “mea culpa” del año anterior, todos se dan por aludidos. El Corredoiro vino por una comparsa matutina y una Escuela de Samba intentado relanzar estas fechas. El “Xoves de Comadres”, “os Raposos do Fragón” pusieron ritmos castizos a una sardinada con la que se pretende recuperar esa fecha del ciclo antiguo del Entroido, y el Sábado Gordo, se organiza por vez primera “O Pregón”. Xosé Lois González, autor del “Carrabouxo” es el pregonero. Orquestas, grupos, fanfarrias, charangas y bandas de música, animan los bailes y las calles con sus acordes, y “O Cuco de Velle” da un recital tras el desfile matutino. Así finaliza esta década que en líneas generales va ha tener continuidad en los noventa, según todas las previsiones.

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